martes, 27 de noviembre de 2012

Cuidados en los últimos momentos de la vida

A veces me pregunto cuáles son las cosas que se pueden mejorar a la hora de ofrecer cuidados a personas cuyo momento de la muerte cada vez está más cerca y es más evidente.
Bien, es cierto que realizamos las técnicas, realizamos higiene de boca y corporal, monitorizamos, administramos medicación y demás asuntos de gestión y cuidados que tenemos altamente incrustados en nuestras mentes y no olvidamos ni dejamos a un lado nunca, porque sería ilegal,  entre otras cosas.
Pero, éticamente, cuando un enfermo está en esos momentos tan importantes, en esos últimos días u horas de vida, tenemos que pensar,¿ qué nos gustaría a nosotros tener, hacer, decir, en nuestros últimos momentos? ¿Qué importancia le damos al final de la vida? Obviamente, cada persona tiene un concepto de vida, unas ilusiones, unos valores, unos principios y unas creencias espirituales distintas, así como diferencias en la historia de la enfermedad,en el apoyo emocional, etc.
Pero, hay algo, que por nuestra cultura occidental, tenemos bastante claro: no queremos sufrir, queremos estar confortables, no queremos dolor, ni dejar pendiente cosas "en el tintero".
Bueno, personalmente, me gustaría que mis últimos momentos de mi vida fueran como  un resumen de los mejores momentos de mi vida,  una conclusión a mi existencia, y un final agradaable, como el  de una película o un libro, ya que dicen que lo que más queda presente siempre es el principio y el final de una historia, de un texto, o de una frase.
No es tan difícil. Normalmente atribuimos la muerte a algo desagradable, a algo que evitamos a toda costa, a algo que nunca queremos que llegue, y tememos enfrentarnos por pavor a lo desconocido.
Eso es lo que nos pasa, generalmente por falta de formación y/o experiencia, entre otras cosas, o por nuestras creencias y valores, cuando vemos a un paciente en estas condiciones, a punto de morir; tendemos a la huida, por no saber si seremos capaces de responder a todas las preguntas que nos formule la familia, por temor al "a ver si le voy a tocar, y se va a poner peor" o al no saber cómo actuar frente a  la demanda del paciente.
Es evidente que cada persona le atribuye un significado a la muerte, y no todo el mundo debe sentir ese sentimiento de miedo  o de huida hacia ella; pero por lo general, cuando palpamos el sufrimiento del paciente y de los familiares, tendemos a huir de lo que nos causa negatividad, preoucapión o incertidumbre.
Hablo desde mi escasa experiencia, sin embargo, muchas veces, no basta con tener muchos años de experiencia, ni con haber estudiado mucho sobre ese tema, sino el estar abierto a todas las posibilidades, a observar detenidamente al enfermo, a ver qué le sucede, y no solo a fijarnos en parámetros y en monitores.
Una vez planteada mi visión acerca de este tema tan sumamente importante, me gustaría añadir cosas que he aprendido leyendo sobre los cuidados al final de la vida.
Deja de cobrar tanta importancia la protección de la piel para evitar la aparición de lesiones, los cambios posturales, las técnicas, la medicación IV que causa dolor al paciente, y todo aquello que podamos pensar que es una molestia para el mismo para dar paso al confort del mismo, a la decoración de la habitación con elementos agradables que causen vitalidad o positivismo en el paciente (fotos, carteles, dibujos...), a la entrada de luz, a la ventilación, a la higiene e hidratación de la boca y piel (gasas con manzanilla o agua en la boca), a la analgesia para evitar dolor, a la sedación si precisa, a la ampliación del horario de visita, a las charlas, al cariño, a estar disponible para ofrecerle al paciente  y la familia toda la información en sus últimos momentos de vida.
Después de la evidencia de un texto sobre UCI, he podido verificar que los obstáculos para una buena atención al final de la vida son la demanda continua de información por parte de los familiares (lo cual, habría que ver el por qué de la demanda), el desacuerdo en las decisiones de qué hacer con el plan del enfermo, comportamientos que prolongan el sufrimiento del paciente, entre otros.
¿Qué podemos hacer?: formarnos, estudiar con detenimiento el caso del paciente, informar a la familia, consultar al médico dudas sobre el paciente, aprender de los errores y corregirlos, mostrar disponibilidad para la familia y el enfermo, y estudiar todas las posibilidades que tengamos para mejorar la calidad de nuestra asistencia.
Es verdad que, la mayoría de los pacientes no son conscientes plenamente de su alrededor cuando están con niveles de sedación altos para que no sufran, y a lo mejor no pueden tener todo aquello que desean en el momento de su muerte, pero es verdad, que muchas de las cosas que se deben hacer sí se pueden hacer.
Lo importante es tenerlo en cuenta, y estar con los ojos bien abiertos para enfrentarnos a las necesidades de la familia y paciente.
Creo que, a pesar de la teoría, todavía en la práctica se podrían mejorar muchas cosas, y estoy a tiempo para hacerlo. Son cosas pequeñas para nosotras, pero realmente grandes para el entorno del enfermo y familia.








  • Karin T. Kirchhoff, RN, PhD. 
  • Providing End-of-Life Care to Patients: Critical Care Nurses’ Perceived Obstacles and Supportive Behaviors.2005; 14(5): 395-403. [Internet PUB MED]. [Consultado 27 Nov 2012] Disponible en:

    http://ajcc.aacnjournals.org/content/14/5/395.long

    1 comentario: